Las piedras «flotan» en su universo.
Hay unos personajillos , digamos que multiculturales y absolutos, pues no tienen sexo, ni raza. Monigotes que se ayudan para atrapar a las piedras en su trayectoria destructiva y encajarlas en la armonía de un cosmos que late rítmico y amable, con una calma y orden, en el que el daño anula su sentido destructivo y construye. Solo los rojos destacan, porque siempre hacen falta líderes que organicen y dirijan el caos
La composición puede tener movimiento, una oscilación acompasada y magnética, hipnótica, con esos péndulos pétreos en equilibrio, compensando sus formas y pesos
Es una obra conceptual, una alegoría de como sublimar los avatares obscuros
Esta instalación, estuvo expuesta en un lugar privilegiado, la sala «del Apeadero» del Alcázar de Sevilla y ese espacio, me invitó a añadir espejos bajo la pieza, para emular una dimensión paralela, reflejada e inversa, que deshiciera el limite del suelo.
En la tercera parte: «Los orígenes de pedradas»
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